Territorio de Las Hurdes
La comarca Las Hurdes se localiza al norte de la Comunidad Autónoma de Extremadura, en la provincia de Cáceres. Limita al norte con tierras salmantinas, en especial con la Sierra de Francia, más al suroeste con la vecina Sierra de Gata. Al este los límites de la Mancomunidad son la Comarca del Valle de Ambroz, y al sur con tierras de Torrecilla de los Ángeles, el Valle del Alagón y Trasierra, Tierras de Granadilla.
Las Hurdes tienen una gran riqueza antropológica, gastronómica y paisajística, sin olvidar sus ancestrales fiestas. Los cauces de los ríos Ladrillar, Hurdano, Malvellido, los Ángeles y Esparabán riegan la zona, además de numerosos riachuelos y pozas naturales de aguas cristalinas. En este entorno viven en libertad especies animales protegidas como la nutria, la cigüeña negra o el gato montés. Destacan las impresionantes vistas del entorno del embalse de Gabriel y Galán y el mirador de la Antigua. Las típicas casas hurdanas, de pizarra y paredes curvas, así como los numerosos olivares dispuestos en bancales son la aportación humana y seña de identidad de esta comarca habitada por amables gentes.
Breve historia de la Comarca de las Hurdes.
La comarca de Las Hurdes fue habitada ya en época neolítica, más concretamente en la Edad del Bronce y del Hierro como atestiguan diversos utensilios encontrados en cuevas y abrigos de estas amplias serranías, donde no faltan interesantes ejemplos de pinturas rupestres y, sobre todo, una amplia y bella variedad de petroglifos (grabados realizados en rocas) localizados y señalizados para disfrute del visitante.
Comarca Las Hurdes con buena representación de las mejores piscinas naturales del norte de Cáceres
La Orden Militar de Santiago,
Dólmenes, estelas, castros prerromanos y la aparición de restos de época romana nos confirman la existencia de asentamientos humanos por sierras y valles hurdanos en casi todas las secuencias históricas desde el Calcolítico hasta el fin de la dominación romana en la Lusitania extremeña.
Durante la Edad Media la ocupación árabe de la Península Ibérica traería a la comarca de Las Hurdes el asentamiento de contingentes musulmanes que durante siglos dejaron su huella en la agricultura y tradiciones hurdanas. La llegada de las tropas cristianas del Reino de León, especialmente de la Orden Militar de Santiago,
supuso para estas alquerías un movimiento repoblador importante y una división territorial que permanecería inalterable durante siglos. En el siglo XIII Alfonso X el Sabio donaría estas tierras a su hijo Don Fernando de la Cerda, pasando a la muerte de éste al Infante Don Pedro de Castilla.
De esta forma el control de la dehesa de “Las Jurdes” fue a parar a la villa salmantina (extremeña hasta 1833) de La Alberca, a la que perteneció durante cinco siglos. El siglo XIX traería en 1810 una nueva división administrativa a España durante la dominación francesa, que hizo que Las Hurdes pasara a depender de Salamanca, hasta que en 1833 pasara a formar parte definitivamente de Extremadura.
Visitas reales de Alfonso XIII y Juan Carlos I
El siglo XX supuso para Las Hurdes pasar del olvido secular en el que se encontraban estas tierras, a unas décadas donde la atención administrativa regional, la laboriosidad del pueblo hurdano y la iniciativa de sus municipios la han convertido en un ejemplo de superación social y económica. Entre los hechos acaecidos en el siglo XX, y que forman parte de la historia hurdana, se encuentran las visitas reales de Alfonso XIII y Juan Carlos I, que ayudaron a impulsar la recuperación de la comarca.
En conclusión, la historia de esta comarca es famosa por su “leyenda negra” que ha dado lugar a exageraciones y desvirtuaciones de la realidad. Sin embargo, la realidad histórica actual, de la comarca solo es una: la de unas gentes, que con los medios que la naturaleza les ha dado y en un arduo esfuerzo, se ha labrado su futuro. Los hurdanos han ido creando un modo de respuesta colectiva que ha girado desde tiempo inmemorial alrededor de la estima y la valoración de lo propio.
Arquitectura popular de Las Hurdes
La arquitectura hurdana es la principal seña de identidad. Se manifiesta en viviendas construidas enteramente de pizarra, el material más frecuente de la zona, sin argamasa. Son casas modestas, de una sola planta semicircular para evitar la humedad que forman una simbiosis perfecta con el entorno. Se practicaban pocas ventanas y en el oscuro interior convivían personas y animales. Los antiguos albergues destinados a ambos se denominaban zafurdas, palabra que con el tiempo pudo transformarse en Hurdes. Las zafurdas suelen alzarse en relieves muy montañosos e inclinados, próximas a los ríos. Últimamente se ha realizado una importante labor de recuperación. Distribuidas por toda la comarca, las alquerías con las viviendas mejor conservadas son: El Gasco, Fragosa, Martilandrán, Aceitunilla, Asegur, Riomalo de Arriba, Ladrillar, Avellanar y Ovejuela. Otras construcciones importantes de la arquitectura tradicional son los paredones, las terrazas, los puentes, las eras y los corrales.
Gastronomía de Las Hurdes
El típico menú hurdano consiste en ensalada de limones y caldereta de cabrito, regados con vino de pitarra. Los postres son variados: castañas con leche, perrunillas, floretas, huesillos y mantecados. En Carnaval se consume un potaje de alubias con berzas, patas de cerdo, polenta y hogazas de pan. El aguardiente de miel o madroño actúa como digestivo. Otros platos significativos son el cabrito asado, el moje, los peces de río, los matajambres, las patatas meneás, los socochones o los piñonates.
Si eres de buen comer, no te preocupes: en Las Hurdes no pasarás hambre. Es más, podrás degustar una gran variedad de platos típicos.
Las Hurdes son tierra de agricultores, ganaderos, apicultores y olivareros, así que calidad y materia prima no faltan.
Para empezar hablando de comida, tenemos que resaltar el plato estrella de la zona: el cabrito hurdano. Su fama ha superado los límites de la comarca, y se sirve de muchas formas (en caldereta, al polen, al cuchifrito, a la sal…).
Como la tradición siempre manda, si vas a Las Hurdes no puedes irte sin probar su “limón”: el plato de los almuerzos, que se prepara para comer a media mañana. Esta ensalada está hecha a base de naranja, limón, huevo, chorizo y ajo.
Limón
Si lo que te gusta es comer caliente y llenar el estómago te recomendamos las patatas meneás o cualquiera de los guisos más típicos: el matajambres, la sopita de ajo…
Aunque la especialidad es la carne (también los embutidos ibéricos que para eso estamos en Extremadura y cerquita de los campos de Castilla) no nos olvidamos del pescado; el moje de peces es otro de los platos más conocidos, que se sirve con pimientos y tomates de la huerta.
Moje de peces hurdano
Ahora bien, si algo no va a faltar en Las Hurdes son los dulces y productos típicos. Como ya mencionamos en el apartado de Las Mestas, la miel de esta comarca es internacionalmente conocida, y con ella o sin ella se elaboran los más ricos dulces: las roscas, las floretas o los bollitos de miel.
El apreciado aceite de oliva con Denominación de Origen Gata-Hurdes se produce a partir de la variedad autóctona manzanilla cacereña, cultivada en bancales por lo inclinado y pedregoso del terreno. La miel, el polen y la jalea real son otros productos estrella de su gastronomía.
Una ruta por Las Hurdes
Comenzamos nuestra aventura hurdana en la localidad de Riomalo de Abajo. El objetivo no es el pueblo en sí, si no una pista bien señalizada que sale a las afueras con destino al Mirador de La Antigua. Un espectacular balcón con vistas panorámicas al Meandro del Melero. Ni más ni menos que un giro de 360º del río Alagón.
Desde Riomalo de Abajo nos dirigimos primero a la localidad de Ladrillar y luego a Riomalo de Arriba, dos localidades perfectas para conocer las casas tradicionales de la comarca altoextremeña. Seguimos hacia el oeste en dirección a Nuñomoral y después girar hacia El Gasco. En este tramo lo importante no es el destino si no el camino que recorremos. Altos miradores, ríos, pequeñas cascadas en cualquier lugar… un espectáculo de agua y naturaleza sinfín. El Gasco es uno de los pueblos con la arquitectura tradicional mejor conservada de Las Hurdes. Desde el Gasco nos dirigimos a Pinofranqueado donde el visitante podrá disfrutar de un entorno único con numerosas muestras de arquitectura popular, o puede también hacer una ruta hasta la piscina Natural del Río Los Ángeles (según la estacionalidad) o hasta la cascada de agua, conocida como el chorro de ovejuela.
Recursos estacionales de Las Hurdes
La Enramá de Pinofranqueado: Consiste “La Enrama” en un emparejamiento temporal de mozos y mozas solteros del pueblo, a fin de facilitar futuros noviazgos. La fiesta comienza unos días antes a la celebración final, con el ritual del sorteo de dichos mozos y una vez que las mozas ya están todas en sus casas (éstas no pueden asistir al sorteo). Se tienen preparadas unas bolsas con los nombres de los mozos y de las mozas por separado.
Zonas de Baño (Piscinas Naturales para verano): Un recurso muy valorado en esta zona de montaña es el agua y es por ello que en la época estival podemos disfrutar de un buen baño en las diferentes piscinas y zonas de baños de origen natural que nos encontramos en el curso de los ríos hurdanos. En la actualidad están adecuadas para el baño las siguientes piscinas naturales: Sauceda, Ovejuela, Pinofranqueado, El Castillo, Aldehuela, Las Erías, Horcajo, Caminomorisco, Aceña, Azabal, Avellanar, Casar de Palomero, Ribera Oveja, Cambroncino, Fragosa, El Cerezal, Arrolobos, Riomalo de Abajo, Las Mestas, Nuñomoral, Asegur, Aceitunilla, Casares de Las Hurdes y Ladrillar. Además de las piscinas naturales existen numerosas pozas y remansos existentes en el curso de los ríos.
¿un poco de senderismo por las Hurdes?
Por supuesto nuestra visita a esta mágica comarca extremeña de las Hurdes no sería completa sin una fugaz visita (eso sí senderista) al Chorro de la Miacera, o chorro de la Meancera situado en el término municipal de El Gasco; se trata de una corta caminata que sale bien señalizada desde el mismo pueblo.Aproximadamente 1h 30 ida y vuelta por un sendero hasta llegar a un salto de agua de unos 100 metros de altura. Hay que cruzar el río en varias ocasiones, por lo que recomiendo llevar unas buenas botas de montaña.