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Análisis Retrospectivo del Carnaval Jurdanu en Tiempos de Cuaresma (II)

Análisis Retrospectivo del Carnaval Jurdanu en Tiempos de Cuaresma (II)

Autor: Félix Barroso Gutiérrez.

Descubre el legado del Carnaval Jurdanu en tiempos de Cuaresma a través de un análisis retrospectivo basado en testimonios de tamborileros y documentos históricos. Un recorrido por la memoria etnográfica de Las Hurdes y su vibrante tradición.

Guía del contenido

ANÁLISIS RETROSPECTIVO DEL CARNAVAL JURDANU EN TIEMPOS DE CUARESMA (II)

Análisis Retrospectivo del Carnaval Jurdanu en Tiempos de Cuaresma (II)
El autor de la II parte de la crónica, con un alumno, en años en que ejercía su labor educativa en el Hogar-Escolar de Nuñomoral.  Al fondo, la alquería de El Cerezal, que fue el centro de operaciones cuando inició su recorrido el «Carnaval Jurdanu», después de rescatarlo, salvaguardarlo y ponerlo en marcha, gracias a la labor, coordinada por un servidor, del grupo «Estampas Hurdanas».  (Foto: Archivos F.B.G.)

     Seguimos remando, aunque ya menos, después del incesante temporal de lluvias que nos ha obligado a andar correteando y rastreando las huellas del pasado por tierras de pan llevar y por otras más montuosas. Traje de agua y botas de goma: las katiuskas de nuestras infancias.  Por fin, vimos el astro rey, pero aún seguimos en Cuaresma, aunque ahora cada cual hace de su capa un sayo en este período tan sacrosanto para ciertas Iglesias del mundanal ruido, sin imposiciones dogmáticas y sin que aparezcan nuestros nombres en listas negras.

El papel de los tamborileros en la reconstrucción del Carnaval Jurdanu

     Decíamos en el capítulo anterior que fueron, esencialmente, los tamborileros jurdanus nuestros mayores informantes a la hora de reconstruir el pasado legendario, cargados de singulares cosmogonías y mitologías, de la tan traída y llevada comarca de Las JHurdes.  Ellos, los artistas del tamboril y la gaita, que eran muchos en los finales de los 80 y década de los 90 del pasado siglo, nos hablaban con gran nostalgia de los carnavales que ellos conocieron en sus adolescencias y mocedades. 

Análisis Retrospectivo del Carnaval Jurdanu en Tiempos de Cuaresma (II)
Paisanos de la alquería jurdana de El Cerezal, «entruejándusi’ para salir de ronda carnavalera a lo largo y lo ancho de la comarca jurdana.  Inicios del «Carnaval Jurdanu».  Año 1990. (Foto: Archivo F.B.G.)  Foto de encabezamiento.

En tales años, este rebelde con muchas causas era un joven inquieto que estaba dispuesto a quemarme las manos con tal de sacar a flote los mundos etnográficos, folklóricos y etnomusicológicos de la comarca jurdana.  Muy cierto que era un joven soltero y sin compromisos y, tristemente, se me fueron marchando geniales tamborileros que peinaban ya muchas canas y por los que sentía un especial cariño.  Siempre me abrieron las puertas de sus casas y siempre me agasajaban, llevados por la hospitalidad heredada de sus mayores, colocando la botella de vino y un plato con jamón o con chorizo sobre la mesa.  ¡Cuántas anécdotas las de aquellos entrañables tiempos! 

El grupo ‘Estampas Jurdanas’ y su contribución a la tradición

     El grupo ‘Estampas Jurdanas’ se fue nutriendo de nutritiva savia.  El 90% de los tamborileros del territorio jurdanu estaban en las filas de tal grupo, así como un buen puñado de ‘ramajerus’ (danzarines), ‘cantaoris de copras y romancis’ y otros que habían sido activos participantes de los antiguos ‘entruejus jurdanus’.  El nombre de ‘Estampas Hurdanas’ fue registrado en la Consejería de Educación de la Junta de Extremadura cuando lo conformaban los alumnos del Hogar-Escolar de Nuñomoral.  Posteriormente, ya como ‘Corrobra Estampas Jurdanas’ sería inscrito en el Registro de la Propiedad Intelectual, en Zaragoza.  Contamos con el amparo y el buen hacer de dos consejeros de Cultura: Antonio Ventura Díaz y Francisco Muñoz Ramírez. Análisis Retrospectivo del Carnaval Jurdanu en Tiempos de Cuaresma (II)

La Colección Aceitunilla y el frustrado Museo de Las Hurdes

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Tío Antonio Martín Martín, «El Tureles», miembro de ‘Estampas Hurdanas’,, de la alquería de La Aceitunilla, antes de ‘enzamarralsi’, llevando en sus manos la legendaria «Gallareta».  Año 1990.  Inicios del «Carnaval Jurdanu». (Foto: Archivo F.B.G.)

Con el fallecimiento tempranamente de Paco Muñoz, quedó en el aire el que iba a ser el ‘Museo de Las Hurdes’, a ubicar en la antigua factoría de ‘El Jordán’, en Nuñomoral, donde iría a parar la conocida como ‘Colección Aceitunilla’, todo un conjunto de piezas arqueológicas que habían sido entregadas por vecinos de la comarca o que se encontraban a la intemperie y fueron recogidas para su protección. 

Se custodiaban en una vivienda de la alquería jurdana de La Aceitunilla, con todos los permisos y visto bueno de la Consejería de Cultura.  Estaban al cargo de su salvaguarda Gonzalo Martín Encinas, al que la parca se nos los llevó en agosto de 2005, y Pedro Martín Álvarez, vecinos de dicha alquería.  Las piezas fueron expuestas en algunas ediciones de la ‘Fiesta Mayor de Las Hurdes’ y aparecieron varios artículos sobre ellas en diferentes medios.  Estaban inventariadas.

‘El Museo de Las Hurdes, los vestigios arqueológicos fueron trasladados al Museo Provincial 

  Se acercaron varios investigadores a estudiarlas y Canal Extremadura TV le dedicó un par de reportajes.  Finalmente, dado que, con el fallecimiento de Paco Ramírez, se paralizó el proyecto de ‘El Museo de Las Hurdes’, los vestigios arqueológicos fueron trasladados al Museo Provincial.  Lamentablemente, ciertos individuos, intrigantes y de mala baba, corrieron la voz por la comarca que los custodios de la ‘Colección Aceitunilla’ habían estado traficando con piezas arqueológicas.  Incluso un periódico, recogiendo esa falsa información, llegó a publicar algo al respecto. 

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Compañeros del grupo «Estampas Jurdanas» representando el ‘Carnaval Jurdanu’ en Navalmoral de la Mata, en uno de los viajes subvencionados por la Junta de Extremadura.  Inicios del ‘Carnaval Jurdanu’, (Archivos: F.B.G.)  

Tuvieron que salir los alcaldes jurdanus en defensa de la verdad y del honor de quienes habían salvaguardado y custodiado ese material.  El autor de estas crónicas también se encontraba entre los que velaban con entusiasmo y honestidad porque las piezas llenaran de contenido el proyectado museo.  Escribí numerosos artículos tanto sobre dichas piezas como sobre otros aspectos inherentes a la riqueza arqueológica que albergaba la demarcación jurdana, denunciando a los ‘buscatesoros’ y a los filibusteros que, usando con malas artes los detectores de metales, se dedicaban al saqueo no solo en el territorio jurdano, sino también en otras partes.  Con todos esos artículos tendría para empapelar los cuartos de baño de las viviendas de esos ‘pura sangre’, repartidores del ‘carné de jurdanu’, indocumentados, carcomidos por celos y envidias y resentidos por vaya usted a saber qué razones o desazones.

El papel de Manuel Veiga y otros defensores de la cultura hurdana

     No podemos olvidar tampoco la figura de Manuel Veiga López, presidente que fue de la Diputación de Cáceres; todo un enamorado de Las JHurdes, con el que mantuvimos una sincera y progresista complicidad y que, al igual que los dos consejeros citados, apoyaron incondicionalmente las iniciativas del grupo ‘Estampas Jurdanas’.

El Cerezal: epicentro de la revitalización del Carnaval Jurdanu

ALQUERÍA DE EL CEREZAL: CENTRO DE OPERACIONES

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Estela diademada procedente del yacimiento calcolítico de «El Collau», en las inmediaciones de la alquería jurdana de El Cerezal.  Pertenecía a la «Colección Aceitunilla».  (Foto: Archivos F.B.G.)

     La alquería de El Cerezal se encuentra en un paradisíaco paraje, donde van a confluir los ríos ‘Jurde’ y ‘Marvillíu’, así como la garganta de ‘Arrocerezá’.  Había sido una de las que había conservado varios ‘rejuijus’ del ‘Carnaval Jurdanu’: ‘La Tarara’, ‘La Mona’, las ‘Mozas del Guinardu’, los ‘Encarantoñaus’, entre otros.  Contaba con cuatro tamborileros, algunos ya entrados en años, y con toda una pléyade de valiosos informantes, que nos pusieron al día sobre los antiquísimos ‘entruejus’ que ellos conocieron y participaron de manera desbordada en ellos. 

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 «El Morcillu», condenado a muerte, es quemado por «putón y verraco».  El compañero de «La Corrobra Estampas Jurdanas», Manuel Roncero Domínguez, le prende fuego por sus partes pudendas.  Carnaval Jurdanu en el pueblo de Arrolobos, 2019.  (Foto: Archivo F.B.G.)

  Nuestros muchos ratos con el inolvidable vecino Lorenzo Azabal Duarte, que peinaba ya muchas canas, llevando la grabadora en ristre, sirvieron para que nos sacara a relucir legendarios personajes de las carnestolendas: ‘El Rey Batuecu’; ‘El Mingorru’, que en otros pueblos de la zona le conocen por ‘El Morcillu’, ‘Don Pericu’ o ‘Pericón el Galicianu’; y de ‘El Jineju’; ‘La Madridama’ o la ‘Tía Rechonchona’.

Documentos históricos que avalan la antigüedad de los antruejos

Personaje de ‘La Mona’, encaramada y respingando sobre un «encarantoñau», por las calles de Nuñomoral.  Primeros años en que echó a rodar el salvaguardado «Carnaval Jurdanu» (Archivos, F.B.G.)

     El contar con un nutrido grupo de amistades en tal caserío, amigos de la farra y dispuestos a sacar de su letargo y elevar muy alto al ‘Carnaval Jurdanu’, dio lugar a que montáramos, a finales de los 80, el centro de operaciones en tal pueblo.  No quiere decir ello, como se escribe equivocadamente en ‘Wikipedia’ y otras plataformas, tanto analógicas como digitales; entre ellas algunas páginas de Internet dedicadas a la comarca jurdana, que el origen de los ‘entruejus jurdanus’ tuviera lugar en la mentada aldea. 

Afirmar esto es una insensatez como una catedral.  Los carnavales de esta tierra no tienen ningún lugar originario, ya que se pierden en la noche de los tiempos, épocas nebulosas, a lo largo de los cuales irían dejando pelos en la gatera y echando otros pelos nuevos.  El pueblo se encargaría de manejar el cedazo a su antojo.  A nosotros nos llegó hasta donde llega la memoria de nuestros informantes. 

Revista ‘Narria. Estudios de Artes y Costumbres Populares’

También tenemos que contar con algunos documentos encontrados en archivos (revista ‘Narria. Estudios de Artes y Costumbres Populares’, núm. 67 y 68, 1994.  Félix Barroso (https://www.calameo.com/read/004677820c608f128e25e).  También cayó en nuestras manos un libro titulado ‘Apuntes de Las Hurdes’, encontrado por Luis González Martínez, que fue director del Hogar-Escolar de Nuñomoral, en una vivienda del pueblo jurdanu de Cambroncino. 

Aquí se hallaban, arrumbados y comidos por la humedad y el abandono, toda una serie de libros, revistas y otros documentos, que, al parecer, habían pertenecido a la sociedad llamada ‘La Esperanza de Las Hurdes’, una institución paternalista, ultracatólica y dirigida por altos eclesiásticos y otras élites de la nobleza y la burguesía. 

Vio la luz en los primeros años del siglo XX.  El libro ‘Apuntes de Las Hurdes’ fue escrito por Tomás Bernal Gómez, secretario de los Ayuntamientos del concejo de Caminomorisco, ubicado en Cambroncino en aquellos años, y de Casar de Palomero, a caballo entre finales del XIX y el XX.  El autor debió ser un gran entusiasta de las fiestas, costumbres y otros rituales de la comarca jurdana, a los que dedica la mayoría de sus páginas.  Describe con bastante detalle los antruejos que se celebraban en tales años y que, en buena parte, coinciden con lo que nos relataron nuestros informantes.

1991: Un punto de inflexión para el Carnaval Jurdanu

     Desde El Cerezal partían nuestros vehículos en aquellos primeros tiempos de la salvaguarda y difusión del ‘Carnaval Jurdanu’, recorriendo todos los concejos y llevando los ‘rejuijus’ a centros emblemáticos de la zona, donde se acogían a ancianos o personas desvalidas.  Solían obsequiarnos con un sustancioso aperitivo.   Toda la intendencia y otros gastos corrían por nuestra cuenta.  Echó a rodar el año 1991 y supondría todo un punto de inflexión para la buena marcha de estas carnestolendas.  Los alcaldes jurdanus sellaron un compromiso con el grupo ‘Estampas Jurdanas’ y sobre el papel quedaron especificados el nuevo rumbo de la fiesta; pero esto ya formará parte del capítulo siguiente. 

 Corrobra carnavalera escenificando sus «rejuijus» por el pueblo de Caminomorisco, encabezada por «El Marimachu», que algunos confunden con el «Machu Lanú», ser monstruoso y nocturno que anda por los caminos de la sierra, sobre todo en las noches tormentosas.  Encarnaba «El Marimachu» Lorenzo Panadero Crespo, miembros de «Estam¡pas Jurdanas», ya fallecido.  (Foto: Archivo F.B.G.)

Quedad en paz, amigos lectores, y no ayunéis demasiado en estos días ni dejéis de comer carne, aunque no hayáis comprado la ‘Bula de la Santa Cruzada’.  Hacedme caso y no al Papa de Roma, que anda bastante delicado, pero se aferra al sillón, al igual que los políticos, cargos estos últimos para los que no se necesita ni tener estudios primarios y ganar una excelente nómina, asegurándose una acolchonada jubilación.  Ello no quita para que haya políticos que se desviven por un mundo más libre, más igualitario, más fraterno, más solidario, más antibelicista y feminista, sin coronas ni cetros y con auténtica justicia social distributiva.

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